Siempre me llamaron la atención los relatos eróticos de una tal "Circe la Malvada".
Hace unos años cuando estaba en el secundario, era común leerla en varios blogs. Con amigas compartiéramos lo que ella escribía. Jajajaja, nos tapábamos la cara de vergüenza, fue nuestra primera experiencia con los textos explícitos en internet, y vino de la mano de una mujer dominante que siempre supo poner a los hombres en su lugar.
No sabemos si las historias son verdaderas, pero recuerdo que armaron un gran revuelo. No estoy de acuerdo en algunos puntos, pero demás está decir que es una historia llamativa.
Por motivos obvios, voy a poner el relato más "suave".
Me llamo Circe y soy una hermosa y dominante mujer de 35 años. Bruja
como mi nombre. Soy pura maldad. Soy muy hermosa, más de lo habitual. Me
encanta dominar a los hombres por completo hasta verlos enamorados y
rendidos a mis pies. Entonces cambio de táctica y los abandono. Les digo
que ya no me sirven y que no quiero verlo más. ¡Ese es el gran placer!
Me gusta llevarlos a la desesperación y que se pongan a llorar delante
mío y me entregan su orgullo y su personalidad y todo sus tesoros
personales. Me causa unos orgasmos descomunales verlos por el suelo. Les
pongo mis tacones en el culo y de allí en más hago lo que se antoja con
ellos. Les cuento lo que hice con mi propio marido.
Luego de 8 años de casados decidí abandonar a mi marido. Me hastié de
ponerle los cuernos con su complacencia y de basurearlo a más no poder.
Le usé el dinero de él para mis placeres y mis gustos y mis caprichos.
El pobre me daba todo cuanto le pedía. Cuando lo abandoné y me fui de
casa entró en un cuadro depresivo tal cual era mi proyecto. Se trataba
de no abandonarlo, pero si volverlo a la vida convertido en perro. Pero
en perro de verdad. No esos perros de SM que están fingiendo ser perros.
Le dije que lo había usado cuanto quise y no me daba placer y estaba
cansada de él. Por supuesto que ya tenía otro a quien esquilmar. El
nuevo estaba creído que yo era una buena chica y mi marido un perverso.
¡Pobre! Todavía conservaba la leche. Ya veremos dentro de unos meses
cuando le saque todo su stock de semen. Lo veré hecho una piltrafa.
Entonces prepararé a mi marido para el regreso.
Mi marido me llamaba todos los días. Yo lo atendía muy bien, pero no
aceptaba verlo. Entonces me acechaba en todos mis lugares. Lo invitaba a
subir al auto y lo hacía masturbarse en mi presencia mientras le ponía
mis tacones en su rostro. Cuando él soltaba la leche quedaba desinflado
entonces yo me iba tranquilamente a reunirme con mi amante actual.
Pasados unos meses tal como estaba previsto. Mi amante vacío y
abandonado. Mi marido me suplicaba que volviera con él. Un día le dije:
"No seré yo quien vuelva contigo. Serás tú quien vuelva a mi lado
convertido en perro" El aceptó enloquecido. Entonces sucedió esta
escena. Fui a la casa y lo hice desnudarse completamente. Yo me senté en
la mesa vestida de la manera audaz y provocativa que visto siempre con
mi metro ochenta de estatura y mis tacones. Siempre llamo la atención
donde vaya y aplasto a los hombres con la potencia de mi cuerpo perfecto
y multiorgásmico.
Entonces le dije mientras lo hacía arrodillarse a mi lado "Si quieres
que te tenga a mi servicio deberás someterte a todos mis deseos, no
hablar, no discutir y solo asentir y obedecerme" mientras le ponía mi
zapato derecho en la boca para que no pueda hablar y solo mover la
cabeza. El pene se le ponía duro como un garrote mientras asentía con la
cabeza. "Además te teléfono tanto con un cliente como con un amante y
absorberás mis orgasmos en tu boca" El estaba enloquecido. Lo mandé a
vestirse y lo empujé con el pie hasta hacerlo caer de espaldas al suelo y
me levanté la falda, me tomé la vagina con los dedos y le apunté a su
cuerpo y lo oriné completamente. Soy muy hábil para mear a los hombres.
El chorro lo manejo de manera que salga bien fuerte y humillante y con
muy buena puntería. El se retorcía en el suelo con su ropa totalmente
empapada.
"Ahora limpia todo y prepara las cosas para atenderme cuando vuelva.
Quiero la casa limpia, ordenada y mi cena servida y mi ropa planchada y
mis zapatos lustrados. Solo así accederé a romper tu culo y patearte
como a un perro". El perro dijo que si a todo. Me fui dando un portazo y
masturbándome en el ascensor. Así empezó una nueva etapa donde tuve a mi
marido por varios años de perro total. Ya les contaré otros episodios.
Otra vez le di tantos cachetazos sonoros y humillantes que el pobre tuvo
su eyaculación involuntaria sin tocarse para nada. De solo verme
golpearlo.
Autor: Circe bcn ( arroba ) interpresencia.com
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