Mujeres asesinas: Nina, desconfiada


Volumen tres
Texto de la contratapa:

Les explicó que había matado a su esposo porque unas voces se lo habían ordenado. "La verdad es que no sé por qué lo maté. Ahora que lo pienso me daba lo mismo si él vivía o si no vivía. Pero pensé y pensé. Y cuando a uno le dan mucho tiempo para pensar, le sale lo peor, ¿no?". "Cuando cerraron la puerta, Nilda se encontró sola, aturdida, pensando que tendría que matar a su marido pero que no sabía cómo. Mientras tanto, acomodó la freidora en el fuego y empezó a hacer las albóndigas. "No estoy loca, mi única locura fue esperar tantos años. Pero no me arrepiento. Hice lo que tenía que hacer. Lo maté así porque yo quería que sufra, que tenga una muerte fea. Él se la buscó. Yo le avisé, pero él igual me siguió mintiendo. Y ojalá que otros hombres se enteren de lo que yo hice, para que vayan aprendiendo". "Después que maté a mi marido me di cuenta de que había sido injusta. No podía matarlo y dejar a mi papá vivo. Al final, el que me hizo casar fue él. Me sacó del destino que me tocaba. Ahora, estamos todos a mano". 

Catorce nuevos casos completan aquí la serie de Mujeres asesinas que, desde la crónica literaria y su posterior adaptación televisiva, se instaló con total naturalidad entre nosotros. Desplazando los temas políticos o económicos, conversaciones de hombres y mujeres en casa o en la oficina reflejan el efecto demoledor de este verdadero fenómeno, surgido de una premisa sencilla pero de difícil logro: contar buenas historias. [...] Sin dejar de ser culpables, son de algún modo perturbadoramente inocentes.

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