No, no es la candidata a Miss Mundo de un país perdido en el Caribe. Misandria es algo mucho menos amable e ingenuo: es el desprecio hacia los hombres. Justo la otra cara de la moneda de la más conocida misoginia. Proviene del griego miseín (odio) y andros (hombre). Y si bien todavía no es un término popular, tarde o temprano lo será.
Antes de argumentar, permítanme una cita de Valerie Solanas, la mujer que le disparó a Andy Warhol y que escribió el Manifiesto SCUM (Society for Cutting Up Men o Sociedad para exterminar a los hombres): “El macho es un accidente biológico: el gen Y (masculino) no es otra cosa que un gen X (femenino) incompleto. Para decirlo con otras palabras, el macho es una mujer inacabada. Ser macho es ser deficiente. Los machos son lisiados emocionales. El hombre es un egocéntrico total. Incapaz de sentir amor, amistad, afecto o ternura. Es un elemento absolutamente aislado, inepto para relacionarse con los otros. En consecuencia, y en el mejor de los casos, es el colmo del aburrimiento”.
Fuerte, ¿no? Mejor dicho, brutal y patético. Algo que, con suerte, debiera ser una anécdota en la enciclopedia de las supremacistas de género femenino. Sin embargo, en tiempos recientes me ha tocado ser testigo de varias mujeres que decidieron aniquilar a sus parejas y que ni siquiera necesitaron un arma, bastaron las palabras. Esas que se dicen sin anestesia, sin compasión y con una frialdad de la que jamás tuve registro. El asunto es que no se trata de un caso, sino de varios. Claro, no son mujeres radicales en el discurso como Valerie Solanas, pero al final, después de los hechos, parecen sus alumnas estrellas. Y tampoco se trata de féminas que detesten a todos los hombres por igual, sino que se concentran en pisotear al más importante: el marido, el padre de sus hijos, el tipo que quiere envejecer con ella y que no imagina el final infeliz que le espera. Apuesto además que se trata de misándricas sucesivas, de esas que inevitablemente vuelven a clavar el puñal una y otra vez. Pero eso es elucubración. Mejor volvamos al tema.
Es cierto que el amor se puede acabar. Es un hecho que la tentación puede llevar a una infidelidad. Pasa hasta en las mejores familias, decía mi abuela. Incluso, puede ocurrir que ella se enamore de su amante y que esté dispuesta dejarlo todo. También es parte del libro de vida. Pero, y aquí está el punto central, hay maneras y maneras. Lo que me ha tocado observar en los últimos años me asusta, me pone en guardia y me obliga a rescatar la palabra misandria de ese rincón del disco duro que sólo sirve para jugar Scrabble. Las mujeres, bueno, algunas, están siendo unas verdaderas asesinas emocionales con sus parejas. Les mienten, los gorrean y, cuando las descubren, no sólo no tienen intención alguna de pedir perdón o de arreglar las cosas, sino que han adquirido una espantosa frialdad para alejarse sin compasión, arrasando con la autoestima de sus boquiabiertos ex maridos.
No cabe duda de que ellos también son responsables de haber llevado la relación a una zona de riesgo. No se trata de jugar acá a los buenos y a los malos, al negro y al blanco. Pero nadie merece ser amputado del corazón de la manera en que está pasando hoy en día. ¿Será que el empoderamiento se la ha subido a algunas mujeres más arriba de la cabeza? ¿No será que esta transición de la mujer esclava del hogar a la mujer jefa de todo está produciendo ciertos daños colaterales? Por favor, que quede claro: esto no es generalización. Pero tampoco es un caso aislado. Me atrevo a ponerlo sobre la mesa como una inminente y muy peligrosa tendencia. Y creo que tiene explicación: cuando una persona insegura recibe un metro cuadrado de poder, es capaz de ejercer el poder en ese metro cuadrado como un verdadero tirano.
Siento que hay algunas mujeres que llevan, sin saberlo, el Manifiesto SCUM en su inconsciente: esas que vieron cómo sus madres sufrían junto a un hombre autoritario, las que fueron víctima del bullying de sus hermanos, las que han sido acosadas en el trabajo o toqueteadas en el metro. Hay una parte de su cabeza que, llegado el momento, decide que el tipo con el que decidieron construir un proyecto ahora las aburre. Se convencen de que ya no les sirve. Encuentran un macho Alpha que brilla un poco más. Viven un rato en paralelo, muchas veces dejando pistas para que la pega la haga el pobre infeliz que está a punto de ser masacrado. Entonces las pillan. Lloran cinco minutos. Y ahí viene la debacle. Te enteras de que hace rato no te aman, de que hace tiempo están con otra persona, te informan que mañana te tienes que ir de la casa, que a tus hijos los verás de ahora en adelante fin de semana por medio y que tu nueva vida es una verdadera mierda. Y todo pasa en un rato. Un rato en el que te aniquilaron. Sin piedad. Sin culpa. Como si ser hombre fuera lo más parecido a una hormiga recién pisoteada.
Conclusión
Simplemente es algo "normal" puede suceder... con nombre o sin él. Con el concepto patológico o simplemente como una anécdota callejera.
Lo violento acá no son los golpes o las palabras...simplemente es la ventaja de la desventaja femenina, son madres, son mujeres, deben ser respetadas, ¿pero hasta qué punto?, hasta el punto que sean vacas sagradas de la sociedad machista. Hasta el punto que los hombres sólo sean proovedores de semen y dinero, que ellas manejen a los hijos, la casa y el mundo.
Debe existir un equilibrio, no se trata que la mujer se queda en la casa y el hombre trabaja, pero si el hombre trabaja y la mujer está en la casa, que se haga cargo de la otra mitad y viceversa. Si la mujer trabaja se cambian los roles...pero debe existir un equilibrio de verdad y no sólo para dejar tranquila a la sociedad.
Insisto, una cosa son los femicidios, algo repulsivo, algo que simplemente es un asesinato. Una conducta que debe ser erradicada de la sociedad.
Pero otra cosa muy distinta es la victimización como imagen, algo que la mujer esta utilizando para quedar impune y libre de toda condena social por pisotear al otro. Por ultimo los hombres por siglos pisoteamos al genero femenino, pero nunca alegamos ni demencia ni defensa personal.
Antes de argumentar, permítanme una cita de Valerie Solanas, la mujer que le disparó a Andy Warhol y que escribió el Manifiesto SCUM (Society for Cutting Up Men o Sociedad para exterminar a los hombres): “El macho es un accidente biológico: el gen Y (masculino) no es otra cosa que un gen X (femenino) incompleto. Para decirlo con otras palabras, el macho es una mujer inacabada. Ser macho es ser deficiente. Los machos son lisiados emocionales. El hombre es un egocéntrico total. Incapaz de sentir amor, amistad, afecto o ternura. Es un elemento absolutamente aislado, inepto para relacionarse con los otros. En consecuencia, y en el mejor de los casos, es el colmo del aburrimiento”.
Fuerte, ¿no? Mejor dicho, brutal y patético. Algo que, con suerte, debiera ser una anécdota en la enciclopedia de las supremacistas de género femenino. Sin embargo, en tiempos recientes me ha tocado ser testigo de varias mujeres que decidieron aniquilar a sus parejas y que ni siquiera necesitaron un arma, bastaron las palabras. Esas que se dicen sin anestesia, sin compasión y con una frialdad de la que jamás tuve registro. El asunto es que no se trata de un caso, sino de varios. Claro, no son mujeres radicales en el discurso como Valerie Solanas, pero al final, después de los hechos, parecen sus alumnas estrellas. Y tampoco se trata de féminas que detesten a todos los hombres por igual, sino que se concentran en pisotear al más importante: el marido, el padre de sus hijos, el tipo que quiere envejecer con ella y que no imagina el final infeliz que le espera. Apuesto además que se trata de misándricas sucesivas, de esas que inevitablemente vuelven a clavar el puñal una y otra vez. Pero eso es elucubración. Mejor volvamos al tema.
Es cierto que el amor se puede acabar. Es un hecho que la tentación puede llevar a una infidelidad. Pasa hasta en las mejores familias, decía mi abuela. Incluso, puede ocurrir que ella se enamore de su amante y que esté dispuesta dejarlo todo. También es parte del libro de vida. Pero, y aquí está el punto central, hay maneras y maneras. Lo que me ha tocado observar en los últimos años me asusta, me pone en guardia y me obliga a rescatar la palabra misandria de ese rincón del disco duro que sólo sirve para jugar Scrabble. Las mujeres, bueno, algunas, están siendo unas verdaderas asesinas emocionales con sus parejas. Les mienten, los gorrean y, cuando las descubren, no sólo no tienen intención alguna de pedir perdón o de arreglar las cosas, sino que han adquirido una espantosa frialdad para alejarse sin compasión, arrasando con la autoestima de sus boquiabiertos ex maridos.
No cabe duda de que ellos también son responsables de haber llevado la relación a una zona de riesgo. No se trata de jugar acá a los buenos y a los malos, al negro y al blanco. Pero nadie merece ser amputado del corazón de la manera en que está pasando hoy en día. ¿Será que el empoderamiento se la ha subido a algunas mujeres más arriba de la cabeza? ¿No será que esta transición de la mujer esclava del hogar a la mujer jefa de todo está produciendo ciertos daños colaterales? Por favor, que quede claro: esto no es generalización. Pero tampoco es un caso aislado. Me atrevo a ponerlo sobre la mesa como una inminente y muy peligrosa tendencia. Y creo que tiene explicación: cuando una persona insegura recibe un metro cuadrado de poder, es capaz de ejercer el poder en ese metro cuadrado como un verdadero tirano.
Siento que hay algunas mujeres que llevan, sin saberlo, el Manifiesto SCUM en su inconsciente: esas que vieron cómo sus madres sufrían junto a un hombre autoritario, las que fueron víctima del bullying de sus hermanos, las que han sido acosadas en el trabajo o toqueteadas en el metro. Hay una parte de su cabeza que, llegado el momento, decide que el tipo con el que decidieron construir un proyecto ahora las aburre. Se convencen de que ya no les sirve. Encuentran un macho Alpha que brilla un poco más. Viven un rato en paralelo, muchas veces dejando pistas para que la pega la haga el pobre infeliz que está a punto de ser masacrado. Entonces las pillan. Lloran cinco minutos. Y ahí viene la debacle. Te enteras de que hace rato no te aman, de que hace tiempo están con otra persona, te informan que mañana te tienes que ir de la casa, que a tus hijos los verás de ahora en adelante fin de semana por medio y que tu nueva vida es una verdadera mierda. Y todo pasa en un rato. Un rato en el que te aniquilaron. Sin piedad. Sin culpa. Como si ser hombre fuera lo más parecido a una hormiga recién pisoteada.
Conclusión
Simplemente es algo "normal" puede suceder... con nombre o sin él. Con el concepto patológico o simplemente como una anécdota callejera.
Lo violento acá no son los golpes o las palabras...simplemente es la ventaja de la desventaja femenina, son madres, son mujeres, deben ser respetadas, ¿pero hasta qué punto?, hasta el punto que sean vacas sagradas de la sociedad machista. Hasta el punto que los hombres sólo sean proovedores de semen y dinero, que ellas manejen a los hijos, la casa y el mundo.
Debe existir un equilibrio, no se trata que la mujer se queda en la casa y el hombre trabaja, pero si el hombre trabaja y la mujer está en la casa, que se haga cargo de la otra mitad y viceversa. Si la mujer trabaja se cambian los roles...pero debe existir un equilibrio de verdad y no sólo para dejar tranquila a la sociedad.
Insisto, una cosa son los femicidios, algo repulsivo, algo que simplemente es un asesinato. Una conducta que debe ser erradicada de la sociedad.
Pero otra cosa muy distinta es la victimización como imagen, algo que la mujer esta utilizando para quedar impune y libre de toda condena social por pisotear al otro. Por ultimo los hombres por siglos pisoteamos al genero femenino, pero nunca alegamos ni demencia ni defensa personal.
Fuente: Neuronas Musicales
2 comentarios:
En principio me estaba convirtiendo en un misógino por las mujeres.
Pero lo ideal después de todo, es lograr un equilibrio entre el hombre y la mujer. Significa que siendo diferentes, comparten una misma armonía.
No sé si le moleste que coloque un enlace aquí en mi comentario, pero es un video que me desarmó la dureza que estaba empezando a sentir por las mujeres:
http://youtu.be/wqfjNp9BEF4
Espero os guste.
Saludos.
Hola, espero que hayas visto todo el blog, porque en realidad este espacio es misándrico, jejeje. Las personas que hacemos este blog, creemos en la superioridad de la mujer con respecto al hombre. “Lamentablemente” es verdad lo que escribía Valerie Solanas, el sexo masculino es un “gen x” que no terminó de desarrollarse y al igual que ya sucedió en muchas especies animales, actualmente asexuadas, el macho va a extinguirse en un futuro también en los humanos. Ojalá encontrara el documental donde se desarrolla esta afirmación, visto seguramente en el canal Discovery.
Como sabemos que al machismo no solamente le molesta el hembrismo, sino también la igualdad, es que a veces subimos material del estilo. No creo que los hombres sean el sexo oprimido como estoy viendo en los links que subis en tu perfil de Google Plus, como tampoco me fío de otro link en el que tenés un enlace hacia un blog con la palabra “misógino”. Pero bueno, más allá de mis creencias personales, soy consciente que la igualdad es el camino más indicado. No el complemento, sino la igualdad. Complemento puede entenderse como “hombre que trae el pan, mujer en el hogar y así todos felices en su papel”. El verdadero complemento son hombres y mujeres, teniendo sus respectivos trabajos (y por lo tanto su libertad económica), pero ambos haciendo los quehaceres hogareños en un 50%. De igual modo que en la participación de la crianza de los hijos. Hago extensiva esta idea de familia a las parejas homosexuales, travestis, transexuales, bisexuales, hermafroditas, transformistas, etc.
No conozco los casos de denuncias falsas en España, pero rechazo cualquier tipo de ventaja por ser mujer. El feminismo no es el que busca estas ventajas, sino el machismo que las ha impuesto desde su mirada paternalista hacia nosotras.
Saludos.
Publicar un comentario